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Clásico

Ilusionados por la política

Por Félix de la Fuente

La integración europea, en peligro


"No te metas en política","No quiero saber nada de política". Estas frases, heredadas de la época de la dictadura franquista, y tan frecuentes en el ambiente, tienen un efecto catastrófico en el espíritu crítico que debe tener todo ciudadano. Ciudadanos despreocupados e ignorantes en matera política, es lo que más les interesa a los políticos. Sin embargo, queramos o no, la política influye en todos los campos de nuestra vida y está relacionada con nuestros principales problemas. La sanidad, la educación, la vivienda, el trabajo, los impuestos la limpieza de nuestras ciudades, la inseguridad, tanto física como jurídica... todo está relacionado con la política. ¿Realmente podemos dormir tranquilos diciendo que no queremos saber nada de política? Pues esta misma despreocupación es la reina respecto a la Unión Europea. Sin embargo, la influencia que tienen las normas y las decisiones de la UE en casi todos los campos de nuestra vida es enorme.

"Para este viaje no necesitamos alforjas". Es verdad que, con el euro, con la supresión de fronteras y de pasaportes se ha avanzado y se ha facilitado la vida de los ciudadanos de la Unión. También en el campo de la solidaridad y en otros muchos campos, pero los europeístas esperamos mucho más porque los padres fundadores Adenauer y Schuman (democracia cristiana), Spaak (socialista), Altiero Spinelli (por los comunistas), entre otros, querían una Europa muy distinta de la actual y mucho más integrada. Para llegar al estado de integración en que nos encontramos no necesitábamos una UE ni un Parlamento Europeo. Lo podían hacer los gobiernos nacionales, como directa o indirectamente lo están haciendo ahora. La primacía del Derecho de la Unión, es decir el hecho de que el Derecho de la Unión Europea esté por encima de los Derechos nacionales y de que  parte del Derecho de la Unión (los reglamentos)  nos obligue y nos dé derechos directamente a los ciudadanos sin que tenga que intervenir para nada la política nacional, está indicando claramente que desde un principio se pensó en una Europa federal, es decir en una Europa en la que la soberanía de la Unión estaría por encima de las soberanías nacionales.

No es fácil que desparezca la Unión Europea, pero sí lo es que Europa quede a la cola del bienestar mundial y la integración estancada para siempre. Es esto lo que está creando el desencanto en la ciudadanía. Es esto lo que está provocando el auge de los partidos de extrema derecha. La voz de alarma la acaba de dar toda una autoridad, Mario Draghi. Éste habla de las profundas reformas que son necesarias en el campo industrial y económico, si Europa quiere competir con otros mercados. Draghi lleva toda la razón del mundo, pero no sé si estas medidas son suficientes, en caso de que no vayan acompañadas de unas reformas del funcionamiento de la Unión Europa. Y hasta ahora no he podido averiguar si Draghi habla de las reformas de las instituciones de la Unión ¿Han servido para muchos multimillonarios fondos de la Next Generation? ¿Cuánto dinero se ha quedado en el camino antes de que llegue a manos de las empresas?  No olvidemos que Bruselas ha otorgado los préstamos, pero son los gobiernos de los Estados miembros los que los distribuyen.

Si Europa no avanza, si la situación económica de la mayoría de los europeos empeora, si los jóvenes no pueden tener acceso a la vivienda, si aumentan los partidos de extrema derecha, que no quieren una Europa federal sino una Europa confederal, en la que sean los Estados los que tengan la última palabra, esto no se debe a la casualidad. Esto tiene unos responsables con nombre y apellido. Esos responsables, que están bloqueando la integración europea por intereses puramente partidistas, se llaman Partido Popular Europeo, Partido de los socialistas europeos y Partido liberal, y esos partidos no están en Bruselas, sino en Madrid, París, Roma, Berlín y demás capitales nacionales. Y estos partidos son no los únicos, pero sí los principales responsables. Y, mientras tanto, los ciudadanos no queremos saber nada de política.