Con la democratización de la información por internet, la creación de servicios en la nube que te lo dan casi todo hecho y la llegada de la inteligencia artificial, mucha gente se ha animado a programar. Lo cierto es que es relativamente fácil.
A mí me parece genial. Siempre he dicho que programar potencia nuestro pensamiento lógico y nos ayuda a resolver problemas, siendo una actividad que recomiendo incluso a los más pequeños de la casa.
Como ingeniero informático, siempre he sido bastante crítico con la teoría vs la práctica de la educación en este país y he puesto en valor la formación profesional, donde un alumno sale con una capacidad operativa tremenda frente a las carreras tradicionales, donde la teoría, al menos en España, representa demasiada parte de la formación.
Con los grados de informática especializados (sistemas, programación, web, etc.) parece que se ha equiparado la parte práctica con la FP. Aún así, hay gente que pone en duda esta formación respecto a lo que comentaba al inicio: busco un curso por internet y con varias aplicaciones, programo.
Desde luego que vas a programar, pero informática no es sólo eso. Es mucho más, y las cualidades que desarrollas en el grado así como la experiencia generada durante las prácticas, son importantes para ello y tu futura carrera profesional. En informática, al igual que en otras carreras, una cosa es que funcionen las cosas y otra, que funcionen bien. Yo mismo he sido testigo de ello en numerosas ocasiones cuando he cometido (y visto cometer) errores que sólo la práctica y la experiencia te ayudan a evitar.
Os muestro algunos ejemplos de lo que un mal diseño informático o una mala programación pueden causar. Todos ellos recientes, de este mismo 2023; incluyo las consecuencias derivadas de los mismos.
En los tres casos, los problemas que causaron los fallos eran aspectos básicos que una política de calidad del software o de definición de procesos hubiera evitado.
No lo llevo al terreno de un mal programador, dado que cualquier informático experimentado puede cometer fallos. La diferencia radica en que, si diseñas sistemas de control y calidad, minimizas o erradicas estos potenciales problemas. Y ahí es clave la experiencia y conocimientos que se imparten en los grados, algo que es difícil de conseguir por tu cuenta.
Es curioso que, a medida que avanzamos tecnológicamente como sociedad, parece que todo se vuelve más complejo. En mis tiempos, hacer una aplicación como la que en su día elaboré para ADIF/Renfe nos llevó exactamente un año a un equipo de 6 personas. Una aplicación que sería utilizada a nivel nacional.
Hoy en día ves desarrollos mucho más pequeños que se extienden en el tiempo, ¿por qué?. Yo tengo dos teorías para ello:
Las metodologías de desarrollo ágiles, como Scrum y Kanban, están diseñadas para reducir el tiempo de desarrollo, pero no todo el mundo sabe cómo implementarlas de manera eficiente en los procesos de desarrollo actual. Mucho menos si se han formado por cuenta propia.
Yo mismo me certifiqué en Scrum el año pasado, dado que lo considero de gran valor para mantener mi formación y mi capacidad operativa al día. Y eso teniendo en cuenta que ya no trabajo como informático, sino como consultor SEO. Aún así, sigo pensando que el saber no ocupa lugar y que una formación contínua mantiene nuestras capacidades al día.
Como demostró nuestro ilustre Santiago Ramón y Cajal, las neuronas se regeneran, así que igual que entrenamos los músculos en el gimnasio, debemos mantener activo nuestro cerebro.