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Por Emilio Rodríguez García

Descentralizar un gobierno


Me gustaría aclarar que estas líneas no buscan 'descabezar' a nuestro querido gobierno central. Se trata, más bien, de una reflexión surgida tras ver la reciente entrevista al Alcalde de Madrid, José Luis Almeida, en El Hormiguero.

Entre todas sus intervenciones, hubo una frase que me gustó especialmente: "para que la gente quiera venir a Madrid, primero tenemos que conseguir que los que viven aquí estén cómodos y felices". Aunque quizá no fueran sus palabras exactas, la idea sirve como punto de partida para una reflexión más profunda.

La paradoja de la felicidad urbana

¿Cómo se puede ser feliz en una gran urbe? De mi primer trabajo como Ingeniero Informático en Madrid, guardo un recuerdo especialmente grato: conducir mi viejo Seat León por las calles de la ciudad en pleno agosto. Iba solo y aparcaba donde quería. Sin embargo, el resto del año, llegar a la oficina era un verdadero calvario que te restaba años de vida.

Si bien la pandemia y el auge del teletrabajo han podido mejorar la situación, la pregunta persiste: ¿cómo conseguir que la gente viva más cómoda y feliz? La respuesta podría estar en repartir a la población en zonas aledañas para evitar la saturación de la zona central. Y aquí es donde entra el concepto de descentralización gubernamental.

No son ideas descabelladas o que no se hayan llevado a cabo en el pasado. Valladolid fue capital de España e Indonesia ha trasladado su capital de Yakarta a una nueva ciudad llamada Nusantara, ubicada en la isla de Borneo. Parecerá nimio, pero la estimación es trasladar cerca de 12.000 funcionarios gubernamentales a esta nueva ciudad, más centrada en el archipiélago y en una zona menos propensa a inundaciones y terremotos.

Nosotros no tenemos ese problema con Madrid, más bien lo contrario. Geográficamente es idóneo y se trata del motor económico del país, pero que algo vaya bien no significa que no  se pueda mejorar.

¿Se imaginan trasladar ministerios a las provincias cercanas? Soria, Segovia, Teruel o Albacete, entre otras muchas, se podrían beneficiar de un impulso económico sin precedentes. Se crearían nuevos polos de crecimiento económico, se combatiría la despoblación rural y se generarían oportunidades laborales cualificadas en estas regiones satélite.

No se pueden ni imaginar la cantidad de gente que trabaja en un ministerio. No se vayan a pensar ustedes que el único que trabaja es la persona al frente del mismo. Secretarias, asesores, chóferes, asistentes y demás funcionarios públicos conforman un magnífico elenco que, día a día, saturan las calles de Madrid. Lo bueno que tienen es que no suelen ir a primera hora, por lo que no entran en conflicto con los miles de progenitores y resto de trabajadores madrileños. Aún así, pienso que una descentralización sería beneficiosa.

Ojalá algún día este concepto se materialice como proyecto piloto y genere un caso de éxito. Sería extraordinario ver cómo otras ciudades crecen y aportan valor al país más allá de sus industrias tradicionales. La descentralización no solo beneficiaría a Madrid, sino que podría ser el catalizador que muchas regiones necesitan para su desarrollo.