Dice una ley básica del periodismo que antes de ponerse a escribir un redactor tiene que tener claro su mensaje, la idea que quiere transmitir con su reportaje, artículo o columna. Pues bien, esta vez se lo voy a destripar prácticamente desde la primera línea; viaje. Viaje todo lo que pueda. No se lo piense. En cuanto tenga la oportunidad, agarre la maleta y escápese a donde pueda. Da igual si es al pueblo de al lado en la misma provincia, ese que nunca ha visitado. Si es a un destino nacional o si tiene la suerte de poder organizar uno más complicado como es uno internacional.
Tener la oportunidad de alejarnos de nuestro entorno habitual supone conocer distintos pensamientos, culturas y costumbres. O lo que es lo mismo, supone ponernos en la cabeza de otra persona y entender su forma de pensar y hacer las cosas. Podríamos poner mil ejemplos. ¿Por qué en Japón son tan cuadriculados? ¿Por qué en Andalucía tienen ese tópico de personas habladoras? ¿Por qué en Rioseco se hacen de los mejores abisinios del mundo? Como verá hay conocimientos a adquirir a todos los niveles.
Una persona que ha viajado tiene, por tanto, esa visión de los demás. Tiene esa capacidad de empatía y, por tanto, es capaz de comprender el por qué de muchas cosas. Luego esas ideas o costumbres pueden comprenderse o no, aceptarse o no, pero no hay mejor manera de conocer algo que hacerlo de primera mano, en primera persona. Por cierto, que esta es otra ley básica del periodismo.
Sobra decir que la reciente pandemia ha puesto todo patas arriba y se ha vuelto extremadamente más complicado y difícil de gestionar. Precisamente por eso es por lo que debemos valorar más la posibilidad de viajar. Siempre con las premisas sanitarias y cumpliendo los protocolos pertinentes, sin locuras de por medio, podemos intentar estos movimientos lejos de nuestro círculo de comfort. ¿Que no se atreve a coger un avión? Es comprensible. A mí me ha pasado. Busque destinos más cercanos durante estos días. Hágalo como quiera, pero viaje. Como si fueras a morir mañana.