En Kitai no existe Dios, o al menos no uno solo, si tenemos en cuenta que Kitai no deja de ser el nombre de China en ruso. Y al igual que en el país del sol naciente, en la banda madrileña no solo hay un elemento todopoderoso, pues los cuatro son verdaderos virtuosos en lo suyo. Eduardo a la guitarra, Deivhook a la batería (y algo también a la voz), Fabio al bajo y Alexander, que algo tendrá que ver en el nombre del grupo, poniendo la voz.
En este espacio ya hemos alabado a Sexy Zebras en el pasado y los paralelismos entre ambas bandas son ineludibles. La primera semejanza viene a ser pura opinión personal: su último disco, además de haber sido publicado en 2022, es el mejor de cuantos llevan a sus espaldas tanto unos como otros. Y si tengo que hilar más fino, puedo decir que en ambos grupos este último álbum es el más comercial. Porque, no nos engañemos, ni Sexy Zebras ni Kitai pueden componer canciones de cuna para el animalillo musical que escucha LaLa Love You o el regreso de Mikel Izal, pero ha estado bien que se dejen acariciar por una mano que suaviza melodías, aunque esto sea menos evidente en Kitai.
Otro dato de semejanza emana del hecho de que las dos bandas emprendieron hace ya tiempo su carrera musical. El primer disco de Kitai, en el que encontramos su canción homónima, data de 2015. Desde entonces y hasta ahora, récords como el de estar veinticuatro horas tocando o el hacerlo en un globo aerostático y muchas canciones. Su segundo álbum, Pirómanos (2017), supuso un salto cualitativo con temazos como Fuego en la radio, Desierto o Riviera Maya. Todo ello les llevó a ser banda sorpresa en la Plaza del Trigo en el Sonorama de 2019.
Sin duda, estaban on fire, pero llegó la pandemia en 2020 y también su tercer trabajo de estudio, Mixtape. Fue una apuesta arriesgada con muchas colaboraciones de un mundo musical mucho más urbano y quizás no acabó de cuajar del todo. Sin embargo, el atrevimiento y las ganas de intentarlo nunca faltan en este grupo, y esto es importante relacionarlo con sus colaboraciones. En el disco de 2020 que acabo de mencionar, Kitai cuenta con Taburete para su canción Kill Bill, un buen tema en mi opinión. En este 2023, han contado con Hombres G para Cocodrilo, otra buena canción de tono pausado. "¿Qué hacen con esos putos fachas?" Esta sería la pregunta que cualquier hijo de Lydia Bosch se haría, demostrando, precisamente, la falta de aquello de lo que seguro presume en cualquier mentidero: apertura de miras.
Dejando a un lado peroratas políticas, vayamos a No Somos Tu Puta Banda de Pop. Pocos nombres tan acertados puede haber para un disco, el último hasta la fecha, de un grupo como Kitai. Sin embargo, cualquiera que se escuche unas cuantas veces las cinco primeras canciones del álbum (Lydia Bosch, Pero sí, pero no, Todo me da igual, A bocajarro y Cometa Halley) puede llegar a pensar que quizás sí sean su puta banda de rock.
Al igual que Sexy Zebras está empezando a ver recompensado su talento de una forma más masificada en este 2023, espero que Kitai también comience a hacerlo. Quizás no sea el anhelo máximo del propio grupo, siempre cómodo siguiendo sus propios cauces y siendo diferentes, pero hablamos ya de un tema de justicia musical. Los he podido ver ya dos veces este verano y los veré, mínimo, una más en Aranda de Duero, y cada vez me gustan más. Kitai es una espiral en la que estás a punto de entrar o de la que todavía sigues detrás.