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Clásico

Recetas para educar

Por Juan Carlos López

Ikuji. Educación positiva japonesa


Los japoneses son conocidos por ser disciplinados e inteligentes, el secreto que se esconde detrás de estas fortalezas es su peculiar estilo de crianza. El principio Ikuji de la crianza japonesa se basa en el amor, el respeto y la paciencia para educar. 

Fases

En la etapa inicial de la vida, del nacimiento a los cinco años, el bebé debe ser tratado como un "dios", por lo que se prioriza que el menor esté rodeado de amor y apoyo incondicional para que sienta que sus padres están con él, que es querido e importante.

En la segunda fase, de los cinco a los quince años, el menor será considerado como un "criado" pero no con la intención de minimizarlo o tratarlo de forma peyorativa, lo que se pretende en esta etapa es que el niño aprenda las normas de la sociedad y la importancia de los deberes, la perseverancia y el respeto,  esforzándose por hacer las cosas de la mejor manera tal y como lo dictan las reglas de convivencia sociales. En esta segunda etapa, además de la familia, la escuela será de importancia para inculcar una educación en donde se va más allá de lo individual y se destaca el valor de la amistad y el trabajo en equipo.

A partir de los 15 años, al adolescente, se le comenzará a ver como un "igual", un miembro de la sociedad y la educación dejará de ser la prioridad y para pasar a buscar 'cosechar' los éxitos de esta. Se les trata como adultos responsables y consecuentes de sus actos y, a partir de este momento, lo que prima es su papel en la sociedad.

Las madres

Un estudio, realizado por la Universidad de Tsukuba, afirma que la figura materna en la crianza japonesa de los niños es crucial para la formación de los menores. Las madres japonesas suelen estar siempre cerca de sus hijos, con el fin de promover el apego y cuidar la forma de comportarse de sus pequeños. Los niños japoneses no van a la guardería y no se acostumbra que tengan cuidadoras o las abuelas se encarguen de su crianza. Los niños japoneses permanecen hasta los tres años siempre bajo el cuidado de su madre, incluso las madres duermen con ellos en sus camas. Además, las madres japonesas suelen cargar a sus bebés gran parte del día: en la antigüedad usaban para ello una especie de cangurera (onbuhimo).

¿Cómo es posible si la baja de maternidad es de 14 semanas? En Japón, tanto las madres como los padres pueden acogerse a una excedencia en la que seguirán cobrando parte de su sueldo hasta el día que su hijo cumple un año y dos meses. Además, existen otras ayudas que facilitan la conciliación, entre ellas, no trabajar en horario de noche hasta que el niño cumple cinco años o disponer de hasta cinco días al año remunerados por enfermedad de un hijo.

Padres presentes

Los padres japoneses son conscientes de que dedicar tiempo de calidad a sus hijos es fundamental para su desarrollo y para que crezcan siendo unos niños felices.

Aunque tengan mucho trabajo o estén cansados, siempre buscan un espacio para estar con sus hijos, para jugar, enseñarles algo nuevo, divertirse, hablar, convivir, etc.

Los padres japoneses reconocen los logros de sus hijos de manera clara. Cuando los niños japoneses cumplen con sus tareas y responsabilidades, los padres les dan un reconocimiento, con el objetivo de fomentar su autoestima y motivarlos a que sigan cumpliendo con sus deberes y sean disciplinados. 

Valor de la familia

A los niños japoneses se les inculca el valor de la familia estrecha desde pequeños y el respeto y amor hacia sus padres. 

Prueba y error

Si determinada tarea no les sale del todo bien, les enseñan que las cosas se aprenden haciéndolas y que todo es cuestión de ensayo y error. La regla de crianza japonesa es no señalar lo negativo, es ser pacientes y mostrarles a los niños cómo mejorar de manera respetuosa. 

Los padres japoneses comprenden que la mejor técnica para enseñar a sus hijos es a través del ejemplo. Los niños japoneses aprenden a ser disciplinados y constantes con el modelo y guía de sus padres. Los padres no explican cómo hacer una determinada tarea, sino que la hacen en primer lugar, mostrando a los niños los pasos que hay que dar, sin necesidad de órdenes. Si no son capaces de hacerlo, los adultos repiten la tarea en cuestión hasta que el pequeño la comprende.

¿Cómo se les enseña la disciplina a los niños japoneses?

La disciplina japonesa para los niños contempla la realización de tareas en un horario y tiempo establecidos, dichas tareas son seleccionadas y asignadas por sus padres. Por ejemplo, a los niños japoneses se les fomenta el hábito de hacer su cama, sacar la basura, ayudar en la limpieza del hogar, entre otras actividades de manera diaria, a la misma hora y con una duración previamente establecida. Esto les enseña, por un lado, a ser autónomos y responsables, pero también les otorga valor en la familia. Ellos sienten que son útiles y necesarios al comprobar que, como sus padres y sus hermanos, hay funciones que dependen de ellos para llevarse a cabo. Los padres, además, les explican por qué es importante realizar esas tareas.

Respeto, factor clave y atención a sus emociones

El respeto es clave en la crianza japonesa. Lo es en lo que se refiere a los propios niños, a los que siempre se les trata de manera respetuosa, sin gritos ni amenazas; y lo es también en lo que se refiere a los demás, puesto que se les enseña desde edades muy tempranas a respetar a todos.

Emociones sí, castigos no

Desde que son bebés, los padres dan un gran valor a todas las emociones de sus hijos. Lo hacen validando todas y cada una de esas emociones, escuchándolos con atención y sirviéndoles de guía sobre cómo manejarlas. Por otro lado, les hacen saber que todo el mundo puede sentir diferentes emociones según el momento y que es preciso respetarlo. Aprenden pronto a darse cuenta de cómo sus emociones y, en concreto, sus desbordamientos emocionales, pueden afectar a los demás, de modo que entienden también que deben controlar estos últimos.

No hay castigos. A los niños se les explica las consecuencias de sus actos, de modo que no se les corrige con autoritarismo, sino con respeto y cariño, y asimilan mucho mejor la importancia de un comportamiento adecuado. El mayor castigo para un niño o un joven no es quedarse sin móvil, sin salidas, sino sentir que decepciona a sus padres o a su familia.

Para criar hijos responsables, aprende del águila

La razón por la cual el águila construye su nido con hierbas, plumas y espinas, es muy sencilla.

Cuando el aguilucho ha llegado a cierta edad y tiene condiciones para valerse por sí mismo, la madre saca del nido las plumas y las hierbas, de modo que solo quedan las espinas para que incomoden a la criatura.

El aguilucho ya no tiene confort, entonces las espinas le obligan a buscar una mejor casa.

Ahí entra el águila madre: desde determinado punto de altura lanza a su hijo y empieza a enseñarle a volar. Lo arroja, el aguilucho extiende las alas, pero todavía no puede sostener el aleteo, el viento le gana, y empieza a caer.

La madre lo observa y desciende a su rescate; lo toma con las patas, nuevamente lo sube y repite la operación, lo vuelve a lanzar. Y así, hasta que la criatura aprenda. 

Una vez que aprende ya está apto para emprender su propio rumbo.
Las águilas no mantienen a hijos ociosos, o vuelas o vuelas.