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Cambio de fase en Castilla y León: de la 'no foto' a la activación del nuevo Gobierno

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Teresa Sánchez
Teresa Sánchez
Lectura estimada: 2 min.

La toma de posesión de Mañueco supone el inicio de una nueva fase que debe priorizar, de inmediato, la activación de un gobierno con muchas tareas pendientes. La 'no foto' de Feijóo y Abascal es otro debate irrelevante para Castilla y León alimentado por el pernicioso contagio a la comunidad de las cuitas políticas nacionales.

Cuando este día 19 de abril el nuevo presidente de la Junta de Castilla y León tome posesión de su cargo habrán pasado casi cuatro meses desde que él mismo diera carpetazo por sorpresa y por anticipado a la legislatura en un momento entre delicado y crucial. Por entonces, Alfonso Fernández Mañueco decidía romper el Gobierno formado con Ciudadanos en 2019 en plena ola de contagios Covid y, según el propio Mañueco vaticinaba, con numerosos nubarrones en el horizonte en forma de inflación que han acabado en un récord de subida de precios empujado por la invasión de Ucrania. Durante estos cuatro meses, la comunidad ha tenido que lidiar 'en funciones' con la situación, un 'modo' insuficiente para hacer frente a las medidas que había que tomar y que hay que cerrar por la vía rápida.

Castilla y León arranca una nueva fase con esta toma de posesión que llega en una coyuntura difícil y en la que habrá que encajar muchos cambios. Es preciso, por tanto, aclarar las prioridades del presidente y su nuevo Ejecutivo que pasan por reactivar la labor ejecutiva de inmediato y con la máxima intensidad. Esa es la única y principal tarea prioritaria, no hay otra, aunque se empeñen los que alimentan el negativo influjo que ha tenido en el proceso electoral el empeño en hacer lectura política en clave nacional.

Es más que probable que, de nuevo, muchos estén más pendientes del contagio a Castilla y León de la interminable disputa política nacional, embarcados como estamos en una campaña permanente hacia próximas e inminentes citas electorales. Es la única explicación al debate sobre la 'no foto', la ausencia de Alberto Núñez Feijoóo para, dicen, evitar la instantánea con Santiago Abascal para la posteridad en el estreno del primer presidente que gobierna con Vox una comunidad autónoma que el partido dice querer desmontar, como el resto de las autonomías. La comunidad ha pagado un caro peaje por ser la primera en abrir la espita y debe pasar ese cáliz cuanto antes porque bastante va a tener con 'lo suyo', el encaje de un partido que se estrena en labores ejecutivas, que es como llega Vox a la Junta.

A estas alturas es eso, y nada más que eso, lo que nos debe importar: cómo se comporta Vox y qué va a aportar. Es como el nuevo Gobierno, con Mañueco al frente, ha pedido que se les juzgue y así tendrá que ser porque las intenciones con respecto a cuestiones como la violencia de género, la memoria histórica, el diálogo social o la inmigración no tranquilizan sobre un posible retroceso en políticas ya muy asentadas en Castilla y León.

El remedio lo tiene el propio Mañueco. Un gobierno fuerte, estable, equilibrado y con experiencia, que es justo lo que ha prometido y lo que tiene que dar a Castilla y León después de cuatro meses de cierta zozobra con multitud de tareas pendientes. Cuanto antes se ponga manos a la obra, mejor.

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