circle
Clásico

Estructuras Políticas y Agrarias (XII)

Nueva entrega del serial del profesor Ramón Tamames

Estructuras Políticas y Agrarias (XII)
Ramón Tamames Gómez
Ramón Tamames Gómez
Lectura estimada: 4 min.

Dentro de la imagen que estamos dando dentro de la agroindustria de España, con toda clase de referencias económicas y sociales, hoy nos ocupamos de la distribución de la tierra de cultivo, en total, unos 17 millones de hectáreas; que se dividen entre superficie regada y regable, siendo muy superior, como es lógico, la productividad en zonas irrigadas. En ese sentido, no cabe duda de que el futuro de España está en tener más regadíos y aprovecharlos mejor, sobre todo en tiempos de calentamiento global y cambio climático que ya en el verano de 2022 nadie puede negar. Por lo demás, en esta entrega de la serie figura el detalle de las zonas de regadío en España, que cubren prácticamente toda la Península, y también gran parte de los dos archipiélagos. Suponen casi 4 millones de hectáreas sobre las antes referidas 17 del total de superficie cultivable. Lo que da una idea de la importancia del regadío, del que procede casi el 70 por 100 de la producción final agraria.

 

LA ACTUAL ESTRUCTURA DE LA AGRICULTURA ESPAÑOLA

A partir de aquí nos adentramos en el análisis de la actual estructura agraria española, que es el resultado de las bases fisiográficas del país, modificadas por el trabajo y la capitalización dentro de las directrices marcadas por la política agraria, según hemos ido viendo a lo largo de esta serie.

La tierra es el primer elemento de la producción. Estudiaremos la forma en que se distribuye entre secano y regadío, entre los diferentes tipos de cultivo, y desde los puntos de vista de la propiedad y de los sistemas de explotación.

El segundo factor de la producción es el trabajo, es decir, la aportación de la población activa agrícola. Al ocuparnos de ella, analizaremos esencialmente el problema de sus disponibilidades en relación con la tierra cultivable.

El capital, conjunto de bienes de producción, lo constituyen en la agricultura, todos aquellos elementos que participan en la producción, excepto la tierra y el trabajo: maquinaria, instalaciones, energía, fertilizantes, etc.

 

La tierra

En el cuadro 1 figura un resumen de la distribución de la tierra según sus aprovechamientos. En ese sentido, dos rasgos caracterizan claramente a la agricultura española. El primero de ellos es la extraordinaria amplitud de la superficie dedicada al cultivo cereal, que junto con la superficie dejada en barbecho, abarca algo más del 60 por 100 de toda el área cultivada[1].

El segundo de los rasgos es la gran extensión que ocupan los cultivos arbóreos y arbustivos (o leñosos), y especialmente el olivo y la vid. Los cereales, el aceite y el vino son, consiguientemente, los tres productos claves de nuestro secano, y nuestro secano es, actualmente, la parte más importante de la agricultura, en extensión, aunque no en valor[2], pues el regadío contribuye con su alta productividad a la producción final agraria multiplicando los rendimientos medios.

 

Superficie regada y regable

Las principales zonas de regadío son las de la cuenca del Ebro (La Rioja, La Ribera de Navarra, Canal de Aragón, Canal Imperial, Bajo Ebro, Riegos del Alto Aragón), Levante (huertas de Valencia y de Murcia), Andalucía (huertas del Almanzora, regadíos de Motril, Las Marismas, Vega de Granada, regadíos del Plan Jaén), y Extremadura (la Vera de Plasencia regadíos del Plan Badajoz). En las dos mesetas: regadíos de Talavera, de Aranjuez, de Albacete, etc., en Castilla-La Mancha; regadíos del Duero, con el canal de Castilla, y otros sistemas en la submeseta Norte. En el cuadro 2 se registra la superficie de secano y regadío por CC.AA.

De los estudios realizados por el Ministerio de Agricultura en 1958 se llegaba a la conclusión de que la superficie máxima todavía susceptible de ser transformada en regadío en el futuro con aguas superficiales podría ser de unos 2.250.000 hectáreas, a las que habría que agregar otras 400.000 regables con aguas freáticas; por tanto, en total, la extensión ulteriormente regable podría ascender a unos 2.650.000 hectáreas, que, sumadas a las ya puestas en riego por entonces, situaban el área máxima de regadío en unos cuatro millones de hectáreas, casi alcanzadas efectivamente en 2020[3].

De lo anterior se deriva también la cuestión fundamental de los sistemas de riego, pues el aprovechamiento del agua va en aumento según se pasa del riego por inundación a la aspersión, al gota a gota, y a la exudación; en tanto que en el riego en invernadero, cabe el reciclaje del agua con su aprovechamiento integral. En el mismo sentido de un mejor uso del líquido elemento, la reutilización con fines agrícolas de aguas urbanas depuradas, tiene gran importancia en las zonas de altos costes como el Sureste, Baleares, y Canarias[4].

Como también el riego de los campos de golf (unos 450 en toda España con unas 35.000 Ha en total) debe hacerse con aguas urbanas recicladas; para evitar colisiones con el consumo de los regadíos agrarios. Sin que tenga sentido bloquear, como algunos proponen, la construcción de nuevos campos de golf que han llegado a hacerse indispensables para el turismo de mayor capacidad de gasto y en ciertas áreas residenciales.

Con el Real Decreto 287/2006, de 10 de marzo se introdujo un nuevo enfoque en el tema de los regadíos a través del conocido como Plan de Choque de Modernización, en el que no se contempla ya ninguna clase de primas para la inversión en nuevas hectáreas. Apoyándose la extensión del riego con aguas residuales recicladas de núcleos urbanos, así como la puesta en marcha de sistemas de desalación.

Por último, en cuanto al futuro de los regadíos, es interesante la opinión de Jaime Lamo de Espinosa, coincidiendo con las de Luis Del Rivero -fundador de la empresa Sacyr, que se ocupa mucho de la economía del agua-, en pro del pensamiento de que la agricultura espa ñola será de riego "o no será". Y que han de seguirse defendiendo los regadíos y con ellos el Trasvase del Ebro[5].

Hasta el próximo viernes, como siempre, los lectores de Tribuna pueden conectar con el autor en castecien@bitmailer.net.

 

Más Info.

[1] Es interesante recordar aquí la conocida tesis del profesor L. Einaudi, según la cual la tierra cultivable constituye verdadero capital, porque es el resultado de un proceso de transformación de las tierras vírgenes que han sido roturadas, niveladas y, a menudo, mejoradas en su composición. Criticando aún más la tricotomía tradicional introducida por Ricardo y rechazada por Marx, puede decirse que el propio capital no es sino el resultado de la acumulación. Sin olvidar la Naturaleza.

[2] En relación con la distribución de cultivos, es de interés el esfuerzo realizado por el Ministerio de Agricultura para la preparación del Mapa de cultivos y aprovechamientos de España, a escala 1:1.000.000, Madrid, 1988, en el que de manera gráfica, y con algunas explicaciones cuantitativas, puede apreciarse la distribución de los distintos tipos de cultivos.

[3] Instituto de Estudios Agro-sociales: Proyecto de desarrollo de la región mediterránea. España, Madrid, 1959, págs. 216 y 217. Estos cálculos eran, naturalmente, muy preliminares. Análisis ulteriores hicieron ver la posibilidad de llegar, sólo en el Guadalquivir Guadalete, a más de un millón de hectáreas de regadío; véase Emilio Trigueros Molina, «Las aguas subterráneas y los regadíos del Valle del Guadalquivir», Economía Industrial, septiembre 1974, págs. 10-24.

[4] Incluso se riega con sistemas computarizados: Manuel Muñoz, «Regar con microprocesador», en El País (17.VI.1983). Sobre otras cuestiones relacionadas con el riego, Eduardo Barrenechea, «España se siembra de sales», en El País (14.VIII.1988), y L. Gerión, «Españolas desarrollan sistemas de riego con agua alcalina e hidroponía», en Cinco Días (8.VIII.1988).

[5] Jaime Lamo de Espinosa, "Defendiendo los regadíos, el Trasvase y sus regantes", Vida Rural, 15.XI.2021.