Don Quijote nació aquí: la imprenta madrileña que sobrevivió a Cervantes y al tiempo

El número 87 de la calle Atocha conserva la imprenta original donde vio la luz el primer 'Quijote'. Un rincón del Siglo de Oro bajo la magia del papel y la tinta

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Fotos: EFE
Pepi Cardenete
Lectura estimada: 4 min.
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'En un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…'. Estas inmortales palabras quedaron impresas para la posteridad en lo que hoy en día es el número 87 de la madrileña calle Atocha, donde se atesora una réplica exacta de aquella imprenta que alumbró la primera edición de 'Don Quijote'.

Lope de Vega, Tirso de Molina, Quevedo o Calderón de la Barca, todos ellos grandes clásicos del Siglo de Oro, también llevaron sus manuscritos a esta casa, ubicada hoy en pleno barrio de las Letras y ahora sede del espacio cultural Sociedad Cervantina.

Se trata de uno de los pocos edificios del siglo XVI que quedan en pie en Madrid y el único vestigio real que existe en la capital del escritor que ideó las trepidantes aventuras del más ingenioso y famoso de los hidalgos.

"Es el único sitio donde realmente podemos decir que debajo de este techo estuvo Miguel de Cervantes, porque la estructura del edificio y la fachada son los originales", explica a EFE Cristina Esteban, coordinadora de las visitas guiadas que pueden realizarse a la Sociedad Cervantina para sumergirse en el taller donde se imprimió en 1605 la edición príncipe del primer volumen de 'Don Quijote' y comprobar en primera persona cómo funciona una prensa de tipos móviles exacta a la de Gutenberg.

Las visitas arrancaron en 2022 bajo demanda y orientadas a grupos -sobre todo, de escolares, jubilados y turistas, con gran predilección por los llegados del continente americano-, pero, ahora, en colaboración con la Comunidad de Madrid, la Sociedad Cervantina abre su imprenta durante dos días a la semana.

Las visitas guiadas se ofrecen los martes (a las 18:30 horas) y los domingos (a las 12:00 horas) entre abril y noviembre, menos los meses de julio y agosto, reservando la entrada en la página web del espacio cultural.

Una sala de sórdidos ventanucos

A través de ese link se accede a un recorrido plagado de curiosidades, en el que se pone en marcha la imprenta para comprobar cómo funcionaba el proceso de impresión en el Siglo de Oro y se explica el papel de todos los actores implicados, desde los cajistas (encargados de los tipos móviles) hasta los prensistas o tiradores (quienes llevaban las riendas de la máquina), pasando por los batidores, esto es, los operarios que trabajaban con el papel, llegado del Monasterio del Paular de Rascafría, y la tinta, fabricada en el propio taller.

También se repasa la historia del número 87 de la calle Atocha -en pie pese a siglos de guerras, porque, tras ser una imprenta, fue un colegio y un hospital-, un espacio muy ligado al nombre de Juan de la Cuesta.

"Justo cuando se imprimió 'Don Quijote', el nombre que aparecía en la portada era Imprenta Juan de la Cuesta, pero realmente nunca fue propietario de este negocio", sino su regente, comenta Esteban.

Las dueñas eran, añade, María Rodríguez Rivalde, viuda de Pedro Madrigal, que dio nombre a la primera imprenta del edificio de la calle Atocha, y María de Quiñones, sobrina de ambos y esposa de Juan de la Cuesta.

La primera impresora de Madrid

Uno de los datos relevantes de la visita es que María de Quiñones toma en 1633 "la decisión de empezar a firmar con su nombre" los libros que salen del taller, por lo que se convierte, oficialmente, en la "primera impresora de Madrid", apostilla la guía.

Así, en la visita guiada también se habla del papel de la mujer a nivel empresarial en el Siglo de Oro y se hace especial hincapié a que 'El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha' fue un auténtico fenómeno de ventas desde que salieron de la imprenta de Atocha los primeros 1.800 ejemplares el 16 de enero de 1605.

"Desde que salió de esta casa fue un 'boom'", resalta Esteban en los sótanos de la Sociedad Cervantina, donde se encuentra el taller recreado en el punto exacto del edificio en el que se sabe a ciencia cierta que se encontraba la prensa que se usó para 'Don Quijote'.

Y es que Cervantes, molesto por ser enviado al subsuelo mientras arriba otras prensas daban cuerpo a las obras de autores más consagrados como Lope o Calderón, describía la sala "perfectamente" en unas cartas que envió al conde de Lemos.

En esas misivas, conservadas en la Biblioteca Nacional, Cervantes ya hablaba de "esos sórdidos ventanucos", señala Esteban, los pequeños y altos tragaluces abiertos en la pared, muy cerca de los pliegos de papel que cuelgan de cuerdas como si realmente fuera 1605 y todavía se estuviera secando la tinta de la historia de Alonso Quijano.

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