Segovia en globo. El cielo, la ciudad y el silencio en una experiencia inolvidable.
Un paseo por las nubes
Segovia en globo. El cielo, la ciudad y el silencio en una experiencia inolvidable.
"El cielo de Segovia es especial y Segovia tiene unas características de vuelo excepcionales en Europa además".
La concejal de turismo de Segovia, May Escobar, ha disfrutado varias veces de esta experiencia que al viajero le asombra por su carácter de aventura, la emoción de alzarse hacia el cielo y la sorpresa de descubrir edificios, horizontes y escenarios con otra perspectiva, con los ojos de un milano o un águila de los que habitualmente campean sobre la vieja urbe romana.
"Con las características del campo de vuelo, sus vientos y el paisaje, se puede convertir en la Capadocia del sur de Europa", continúa la concejal, refiriéndose al destino de Turquía donde la visita en globo se ha convertido en incuestionable, para gozar al máximo del paisaje salvaje de aquellas tierras.
La experiencia pide madrugar: los mejores vientos son los de las horas posteriores al amanecer, así que la cita en el campo de vuelo reúne a viajeros somnolientos, los más prudentes con ropa de abrigo suficiente – aún en los meses cálidos, por precaución-, y los previsores, con un vaso de café caliente vertido del termo, mientras contemplan al equipo de pilotos y ayudantes calentar el aire para inflar la vela.
La vela, la inmensa bolsa de tela, coloreada, que se carga de aire caliente y se va alzando, hasta alcanzar su forma esférica, momento en el que los navegantes acercan la barquilla y la unen a la vela, mientras ésta se alza ya contra el horizonte. Y aquí comienza el lienzo de imágenes que regala el viaje: una vela inflada,. Que se ilumina en el crepúsculo de la mañana con la llama del quemador, mientras al fondo se recorta la silueta dormida de la 'Dama de las Catedrales', piedra gris que se alza majestuosa sobre la muralla, mientras el sol inicia su camino desafiando las líneas más altas de Peñalara.
"Queremos que el turista venga a Segovia no sólo a montar el globo, sino a vivir más experiencias, incluso con visitas guiadas", prosigue May Escobar, que explica sus ideas mientras levanta al vista hacia el cielo, seguramente recordando sus propias experiencias de vuelo.
Los viajeros se alzan sobre el borde de la barquilla, con las primeras instrucciones básicas para colocarse cómodos y permitir la maniobra de despegue. El globo pide subir y, cuando el personal de tierra suelta los cabos, con una suavidad elegante, con un golpe de quemador calentando el aire interior de la vela, el globo asciende los primeros metros entre suspiros y exclamaciones de asombro de los excursionistas.
"Los pilotos de los 15 operadores que vuelan en Segovia se están formando para contar a los clientes todo lo que ven de Segovia desde el cielo", comenta Escobar.
Porque desde el primer minuto de vuelo, la brisa matutina acerca los globos al casco antiguo – bien saben los pilotos qué dirección suelen tener estas corrientes mañaneras – y bajo la barquilla desfilan la inmensa catedral, las rectilíneas murallas, la puntiaguda esquina del Museo de Segovia – la Casa del Sol, antiguo matadero judío- , o el castillo de cuento, la fortaleza de negra pizarra en sus tejados y enhiestas torres, el Alcázar que saluda a los globos y a los primeros rayos de sol desde su esquina privilegiada de un cerro que vio pasar milenios de tribus, campamento romano, ciudad goda y medieval y metrópoli industrial de afamado paño de lana, allá cuando la Reina Ysabel impuso el poder de la Mesta y las ovejas merinas en los campos castellanos.
"El sector de vuelo estático no es sólo los viajes en globo: en Segovia se ha consolidado una escuela de pilotos, un taller de reparaciones de los globos y ya es un sector que no es solamente de empresas de vuelo que llegan de fuera, sino que ya son empresas segovianas, que están creando puestos de trabajo aquí", analiza la concejal de Turismo.
El perfil de los clientes es, según Escobar "gente que quiere tener una experiencia única y que está dispuesta a pagar por esa experiencia única". Por eso, el área de Turismo municipal está trabajando para facilitar la pernocta – es muy cómodo llegar la noche antes y madrugar ya en Segovia – y mostrar otros recursos turísticos de la ciudad, como la gastronomía y el turismo cultural, con todas las actividades que ofrece diariamente Segovia.
El concepto de turismo se moderniza y el viajero recibe una propuesta de experiencias, para "relacionarse con la ciudad y con el patrimonio de una manera diferente", explica May Escobar.
El globo se desliza a casi doscientos metros sobre la ciudad. "Allá, mira, el Acueducto!, ¡qué pequeño, y qué largo! ¡Y el valle del Clamores, qué verde! ¿Y éste otro?, la Alameda del Parral, mira, con el monasterio de los monjes aquí debajo!..." Las exclamaciones de asombro se apagan enseguida, porque el silencio que sólo rompe el quemador que el piloto acciona para mantener la altitud deseada, ese silencio rodea a la barquilla y la mece en una tranquilidad, en un sosiego que en pocos lugares de tierra puede disfrutarse... pero que se rompe cuando alguien señala "¡mira, un corzo!", cuando el animal, que descansaba tranquilo entre la maleza cercana a al Senda del Asombro, sale corriendo ladera arriba, sorprendido por el movimiento del gran ave multicolor que surca el cielo.
La Casa de la Moneda, el azud del Eresma, el barrio de San Marcos... La imponente iglesia de la Veracruz, que desde el cielo muestra su planta octogonal con su torre allí aislada, en la ladera, enfrentada al Alcázar regio y encantador al tiempo... Los giros de la barquilla – suaves, silenciosos – no hacen sino ofrecer en cada momento perspectivas diferentes, ángulos distintos, paisajes que se diría que fueron puestos, hace siglos, para que esta mañana un pequeño grupo de viajeros – las barquillas tienen una capacidad entre cuatro y doce personas – disfrute de la mirada a vista de pájaro de una ciudad que en cada esquina, en cada edificio, en cada calle, ofrece una historia.
"Hemos comprobado el gusto que tienen los turistas coreanos por los vuelos en globo", asegura la concejal. "Sabíamos que son muy aficionados a volar en Capadocia y otros destinos de Turquía y otras zonas de vuelo, y son un perfil de viajero que elige destinos donde pueda tener esta experiencia".
Ahora también hay que mostrar al local las maravillas de esta experiencia, para que los ciudadanos de Segovia se animen a subir, a contemplar su ciudad desde el globo, en una actividad que "es una experiencia súper placentera y tenemos que enseñar a nuestros vecinos cómo funciona lo de los globos, quitarles el miedo a volar en globo; porque físicamente, científicamente, un globo no se puede caer así, de golpe", comenta May Escobar, que añade que quieren extender este conocimiento en colegios, en centros educativos y al público en general de la ciudad.
Volar en globo no es barato: es un producto turístico que hay que planificar y, por eso, desde Turismo de Segovia quieren atraer a un turista que pueda integrarse varios días en la ciudad, que participe de la vida de Segovia, que viaje con el sentimiento de respeto al entorno y a la comunidad con la que se encuentra.
Ese esquema de producto completo, con varios planes de experiencias, con numerosas actividades para elegir, que faciliten diseñar una estancia más larga en Segovia, es un objetivo de los técnicos de Turismo, que a la experiencia del vuelo añaden después las visitas a los museos, el recorrido por la Segovia romana, por la medieval, por el barrio judío, las experiencias únicas dentro de la Catedral y el Alcázar...
"Hay que lograr un equilibrio entre las dos fórmulas de turismo, el del viajero que desea experiencias únicas y va a quedarse el tiempo suficiente en Segovia, y quien se acerca un día o unas horas, y visita los puntos principales", analiza May Escobar.
El piloto advierte que se acerca el final del vuelo. Da recomendaciones importantes para la toma de tierra, para evitar cualquier incidencia. Y el quemador deja de sonar, mientras la barquilla se acerca al suelo y, tras una hora larga, el globo alcanza la cota cero y finaliza la aventura.
Ahora, ya con la mañana iniciada, es momento de acercarse a la Plaza Mayor, a la Avenida del Acueducto, o a cualquier barrio que el viajero quiera recorrer de buena mañana. Antes, claro, se merece un buen desayuno, que la ciudad tiene mucho que ver y mucho que vivir. Y el cielo... ¿puede esperar?
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