La primera novela del joven guionista Diego Pinillos relata la historia de un joven de 26 años que vuelve a su pueblo y se encuentra con el fantasma del poeta Jaime Gil de Biedma, que le sirve de guía en la búsqueda de su identidad y la reconciliación con sus orígenes castellanos.

Un verso de este poeta de la generación de los 50 da título a "Felices como bestias" (AdN), que tiene como protagonista a un "álter ego" de su autor, como ha explicado Diego Pinillos (Segovia, 1993) en una entrevista con la Agencia EFE.

Comparte con su personaje la vivencia de abandonar la ciudad Segovia para labrarse un futuro profesional y también para desarrollar su vida personal en un ambiente de mayor tolerancia y más oportunidades, también para el amor.

"Yo la primera vez que vi a dos chicos de la mano en Segovia fue en 2014 y yo era uno de ellos", ha relatado Pinillos, quien dice haber sufrido especialmente la homofobia en el instituto.

Como él, su personaje huyó de esta situación y se fue a Madrid, pero a raíz de una mala experiencia en el amor y de perder su trabajo, se ve obligado a volver a su pueblo paterno, Nava de la Asunción.

Allí conoce a un hombre elegante, mayor que él, con el que parece tener mucha "química" y que resulta ser el fantasma de Jaime Gil de Biedma, quien fue enterrado en esa localidad hace más de 30 años y se convierte en una "guía espiritual" para él en la búsqueda de su identidad y de reconciliación con sus orígenes.

Para Pinillos, el poeta ha sido su "gran maestro" a la hora de construir su "identidad poética" y encaja perfectamente en este relato porque fue un "outsider" al vivir su homosexualidad en una época tan represiva como la franquista y porque, aunque era catalán, desarrolló un gran amor por Segovia.

La novela está impregnada con referencias de otras grandes figuras literarias que marcaron la vida del autor como Antonio Machado, Juan Goytisolo o María Zambrano, pero también de símbolos de la cultura pop que le influyeron igualmente, en especial La Oreja de Van Gogh.

De hecho, el que para Pinillos es el mejor disco de la banda, "El viaje de Copperpot" (2000), sirve para estructurar la novela, cuyos capítulos toman el nombre de cada una de las canciones del álbum.

La vuelta al pueblo sirve al protagonista de la obra para enfrentarse a sus propias contradicciones y a muchos prejuicios, también el "elitismo" desde el que, en opinión del autor, muchas veces se mira a otras zonas de España desde Madrid.

"Castilla no es así porque sí, eso responde a un modelo de España que ha vaciado una zona respecto a otras, entonces si estamos vaciando un lugar de personas, también se va a vaciar de referentes, que es lo que estamos buscando", ha reflexionado Diego Pinillos.

Pero en la novela su autor pone en evidencia que "existen prejuicios en ambas direcciones": "Ni en Cataluña y Madrid son todos elitistas ni en Segovia somos todo fachas, conservadores y estamos fuera de onda", ha comentado, a modo de ejemplo.

"Felices como bestias" es la primera obra literaria de Pinillos que se publica, ya que hasta ahora había dedicado su creatividad a guiones del mundo audiovisual como el de "Veneno", "By Ana Milán" o el de sus cortometrajes "Desvelo" (2017), "Habitación propia" (2018) y "Güestía" (2018).

En 2019 fue seleccionado para formar parte de las I Residencias de la Academia de Cine con su proyecto de serie "El valor se le supone" sobre los inicios del movimiento LGTBIQ+ en España.

Y que viene del mundo audiovisual se le nota, según él mismo ha valorado, en su forma de narrar esta novela, que divide cada capítulo en "dos tiempos": el presente y un "flashback" que ayuda al lector a entender cómo ha llegado hasta allí.

Pinillos ha asegurado que su obra no nace con la pretensión de enviar ningún mensaje sino de la necesidad de "construirse" a sí mismo como escritor y como una forma de "desahogo" personal, de "reconciliación" con sus propios orígenes y una "liberación" para poder pasar página de todo ello.

Aunque él no haya querido hacer ninguna reivindicación con su obra, si se le pregunta por una, él pide que territorios despoblados como Castilla y León ofrezcan "más apoyo a nivel institucional" para llevar cabo producciones cinematográficas, a imagen de otras regiones como Cataluña o el País Vasco.

En su opinión, Castilla y León presume -y con razón- de ser "un museo al aire libre" por su patrimonio histórico, pero hay jóvenes como él que no quieren ser "una pieza de un museo de arte románico", sino desarrollar un arte "vanguardista" y "moderno" que parece no caber en esta tierra.